Escrito en www.elnuevodiario.com/blog por Triqui-traca
En días pasados el Movimiento Feminista de Nicaragua lanzó una campaña de comunicación que ha causado reacciones diversas. El lema “Su amor No daña, tu rechazo SÍ” hace referencia directa a las relaciones de amor entre personas del mismo sexo.
Con el ánimo de propiciar el reconocimiento a las diferentes identidades sexuales en la búsqueda de una sociedad más inclusiva, respetuosa y justa, se colocaron en diversos puntos de Managua y otras regiones del país, mantas, traseras de buses y calcomanías con mensajes como este:
Juan está enamorado de Marcos
Su amor NO daña, tu rechazo SÍ
O
Lucía está enamorada de María
Su amor NO daña, tu rechazo SÍ
Cuando se construyó la campaña no se pensaba que las reacciones serían tantas y tan diversas y algunas de ellas tan virulentas. Solo se quería exponer públicamente el derecho que tienen mujeres y hombres a enamorarse de personas del mismo sexo. Porque efectivamente es un derecho y porque evidentemente ese amor no daña a nadie.
Las sorpresas empezaron a surgir desde el primer momento en que se hizo pública la campaña, llamadas de periodistas consultando sobre la veracidad de la información de un anteproyecto de ley para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, programas especiales dedicados a conocer la opinión de la población alrededor del tema, entrevistas a diputados y diputadas, artículos y notas de prensa.
Las reacciones que más llamaron la atención fueron las de las personas que tienen sus oficinas en la Asamblea Nacional, no sólo por la ignorancia que reflejan en sus declaraciones, sino porque ponen de manifiesto que ejercen el poder público para el cual los elegimos, rigiéndose por sus creencias religiosas, olvidando que la democracia también se mide por los derechos que pueden ejercer todas las personas. Se les ha olvidado que si realmente vivimos en democracia, ésta debe fomentar la libertad.
La libertad es un derecho, como también es un derecho que las parejas del mismo sexo puedan tener los privilegios otorgados por la institución del matrimonio, de igual forma que las parejas heterosexuales.
Nuevamente el reconocimiento a la diversidad sexual es algo que cuesta respetar en nuestro país. Pensar en el otro u otra como anormal, como raro, simplemente por tener diferencias en los gustos, preferencias o prácticas, además de establecer categorías de quiénes son los buenos o malos de la sociedad, es una terrible práctica cotidiana.
De todo el debate generado llama la atención cómo el hecho de posicionar en la agenda pública mensajes como éstos, sacan a flote actitudes machistas que se oponen completamente al respeto a los derechos humanos. Actitudes en las que importa más con quién tenés una relación sexual que el hecho mismo de ser una persona que tiene derechos, que siente, que piensa, que aporta y trabaja para el desarrollo del país.
¿Y si hubiese una ley que permitiera el matrimonio entre personas del mismo sexo? Pues sería un gran avance en materia del reconocimiento de derechos, así quienes quisieran casarse podrían hacerlo tranquilamente y las que no pues que tengan el derecho a decidir. Pero más allá de eso también sería interesante que las leyes que castigan la homofobia fuesen más severas, que la población en general vea que la diversidad es muy amplia y que es necesario dejar de establecer categorías de seres humanos, en las que algunos/as están por encima de otros/as.
Es preocupante saber que vivimos en un país en el que las autoridades gubernamentales poseen pensamientos retrógrados, un país donde cada vez se hace más difícil poder decidir libremente sobre tu cuerpo y tu sexualidad. Pero nos anima saber que a pesar de todo eso existen mentalidades progresistas, movimientos sociales y activistas que a diario trabajan para alcanzar el reconocimiento y el respeto a los derechos humanos.
El amor no es anormal o contranatura, lo anormal es la intolerancia, el irrespeto y la hostilidad hacia quienes se aman. Ojalá podamos finalmente desarrollarnos en un estado laico, con sociedades de conciencias laicas en el que la santa inquisición sea un cuento de vieja data.
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